El sol es inspiración, energía, vida, orientación y guía; es aquello que anhelamos cuando habitamos nuestro laberinto urbano, es la esperanza, la ilusión, en definitiva una gran metáfora desde la cual nos identificamos con Ícaro en nuestro tiempo.
Un éxodo al interior. Un calculado ingreso a un espacio mayor, desproporcionado, a una limitada inmensidad. El caminante se detiene en la altura y contempla. No hay nubes.
Una pulsión transversal corta la sala. El agregado de una secuencia de cuatro paredes suturadas materializa una herida abierta que resignifica el espacio. El natural sentido de la logia en su conjunción con el patio de los naranjos entra en conflicto con la agresividad de la serie de muros.